
Aprovechando que el pasado domingo 30 de septiembre, 15 niños de ACAACI se encontraban realizando la última jornada del taller de Prehistoria, un buen número de familias nos acercamos hasta Ramales de la Victoria para visitar la cueva de las ciervas rojas, como se la conoce popularmente a la Cueva de Covalanas.
Esta vez, éramos unas 60 personas. Así que, para poder entrar todos, nos tuvimos que dividir en grupos de 7, llegando a cubrir la totalidad de las visitas disponibles en el día.
En su interior, nos explicaron las diferentes técnicas que utilizaron nuestros antepasados para pintar las ciervas, caballos y uros que allí había dibujados. Fue un placer disfrutar de las pinturas que datan alrededor del año 15.000 a. C. y, además, conocer una especie que hace mucho daño a todos los restos arqueológicos: “El homus tontus del culus”. Con ello, Victoria, la simpática guía que nos acompañó en la visita, nos concienció sobre la importancia de la conservación de nuestro patrimonio. ¡Siempre hay que recordarlo!.

Acto seguido nos dirigimos al yacimiento arqueológico de la cueva El Mirón donde Lucía y Ana, nos explicaron el origen de su nombre así como la forma en que trabajan los arqueólogos (desde que encuentran los distintos restos y objetos, hasta el momento en que interpretan, a través de ellos, el modo de vida de nuestros antepasados). Incluso nos hablaron del hallazgo de la Dama Roja, una mujer muy importante en aquella época y cuyos rasgos y costumbres se caracterizaban por el color negro de su piel, sus ojos azules, su alimentación basaba en setas, cabras y salmones, etc. Pudimos conocer la forma en que estaba enterrada e incluso las flores que adornaron su cuerpo en el momento de la inhumación.
Hacia el mediodía, nos dirigimos a una campa cercana que se encontraba debajo de Covalanas. Allí, antes de comer, de nuevo Lucía y Ana nos enseñaron las lanzas con los propulsores que utilizaron los hombres prehistóricos para cazar jabalíes y ciervos. Lo mejor es que tuvimos la oportunidad de probar y comprobar lo difícil que resulta cazar cuando… ¡uno no tiene práctica!.

Después de comer, paseamos por los alrededores hasta adentrarnos en la Cueva de La Luz, donde tuvimos la oportunidad de observar los diferentes huesos de cabra, intentando vislumbrar a qué parte de su cuerpo correspondían (conseguimos tener en nuestras manos mandíbulas, tibias, rótulas, etc). Desde allí, también pudimos imaginar cómo los homo sapiens practicaban grabados en las paredes exteriores de las montañas.
Al final del día, solo nos quedó agradecer su presencia una vez más, a todas las familias que participaron en esta nueva propuesta de Acaaci y, por supuesto, a las fantásticas monitoras del taller de Prehistoria: Lucía Agudo y Ana Ortega. Ha sido un auténtico lujo contar y aprender con ellas lo acontecido en nuestra tierra hace tantos miles de años. Y, por supuesto, especial mención a Juan Antonio Gonzalo León por su reportaje ‘a vista de pájaro’ y a Sergio Mínguez, por su bonito reportaje y su magnífica valoración de la excursión: “Día espectacular, todo de 10: la cueva, las guías, el sitio y la compañía”.
¡Gracias a todos!
L.G.R
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